Sí, sé que ya narré el viaje por tierras sirias; pero ahora voy a relatar lo que tiene eso de viajar por estos lares aprovechando anécdotas de dichos vuelos. Porque si el trayecto Teherán-Damasco es netamente autóctono (era el único occidental), viajando con la compañía estatal, léase Iran Air, el paripé está servido.
Como es costumbre, me desplacé con tiempo al aeropuerto para proceder con los trámites aeroportuarios de rigor. Zigzag con el taxi de carreras (por su brusquedad, que no por el motor) por las calles iraníes, veloz paso por la autopista del sur, y llegada al aeropuerto tras hora y cuarto. Emisión del billete, sonrisa del currante ante la vista del pasaporte de servicios con que viajo, “obsequio” de su número de mvl para que le llamase para comentarme un asunto sobre el visado a España (qué desesperante es el asunto…) y cola para pasar por la ventanilla de visados. Ahí te topas con las costumbres locales. Me dirigí de primeras hacia la ventanilla para extranjeros. Ante la marabunta de gente, me dirigí al pasillo que indicaba diplomáticos (por aquello del pasaporte de servicios, esa ventaja tiene). Y ahí estaban ellas, unas 20 “cucarachas” (no despectivo, pero es lo que le viene a uno al verlas) haciendo cola. Que es un decir, porque la línea de separación la pisaba la 10ª que se apretujaba contra sus precedentes, aquí lo de la distancia vital como que no existe. Desistí preguntarles la embajada para la que trabajaban… decidí dirigirme a la fila reservada para la tripulación. El policía me puso pegas, en primera instancia me indicó que me colocase en mi fila tras las “diplomáticas” (no pareció inmutarse por mi cara de póker ante su propuesta) pero acabé pasando gracias a que intercedió por mí un piloto…en fin, ahí se quedaron las cucarachas discutiendo. Esperé ante la puerta de embarque a entrar el último, porque resulta incómodo mantener el sitio en la fila ante el acoso y las “colaciones” del personal. Parecen no entender que tenemos lugar asignado, pero es algo patológico. Podrán luego ir andando con parsimonia por el pasillo hasta el avión, pero para entregarle el billete al revisor no dudarán en atosigarte o colarse…
Ya en el avión, una vez me coloqué cerraron las compuertas rápidamente. No tenía auriculares, así que pretendía leer tranquilamente junto a mi compañera cucaracha… iluso… Para empezar, el vídeo de seguridad de rigor con el pregón coránico salmodiado por todo el personal. La compi, como otras muchas de alrededor, parecía que era la primera vez que volaba… o que salía de casa. Muchas llevaban el típico bolso de agencia de viajes en el que metieron la mitad de la comida que nos dieron en el avión, y ya antes de partir murmuraban oraciones toqueteando un collar que suelen llevar. El caso es que terminó el vídeo, el avión comenzó las maniobras de despegué y levantó el vuelo. El murmullo de rezos flotaba en el ambiente, pero resultaba hasta relajante hasta que a un tipo le dio por lanzar proclamas. Ni idea de lo que decía, pero me imagino que sería algo como “Viva Alá y la madre que lo parió!!”. Ello en plan grito de Viva los novios. A lo cual, como no, la mitad del avión le correspondía con “Ya te digo, es un tío cojonudo, si nos la pegamos te voy a dar un abrazo que se va a cagar la perra” en una respuesta al unísono en tono de letanía aprendida…
En fin, tras el 2º grito (y respuesta), y una vez que el avión se estabilizó, la cosa parecía calmarse. Sirvieron la comida. Kebab, ensalada, yogurt y pastelito, lo típico de Iran Air. No está mal, y como soy un tragaldabas, a gusto estaba comiéndome la comida cuando se arrancó el colega que tenía 2 asientos a mi izquierda. De repente se puso el tipo a soltar una perorata a pleno pulmón ante lo que nadie se inmutaba. Debía ser una poesía popular o algo así, intuí yo; pero lo cierto es que era esperpéntico ver circular a las azafatas con los carritos, la gente terminando su bandeja, y el tío barbudo y grande con la cabeza echada para atrás y recitando a capela su historieta durante 10 minutos. ¡Qué personaje! Acabó, retiraron la comida y la gente se dispersó. Sí, aquello parecía un autobús de final de curso, con la mitad del avión de rodillas en el asiento hablando con sus vecinos, la gente de pie en el pasillo riéndose, cucarachas haciéndose fotos… curioso. No duró mucho, por lo que únicamente gritaron 2 veces más el “vivan los novios místico” y aterrizó con suavidad. Eso a la ida, porque a la vuelta, con parecida secuencia de acontecimientos pero esta vez con un árabe nervioso con Pandora y velo como compañero, el avión dio un par de bandazos cuando nos acercábamos a la pista, y fue él quien 2 veces consecutivas lanzó los gritos con los ojos desorbitados. No pasó nada, claro. Unos segundos de histeria y muchos abrazos al llegar.
Hacedme caso, Iran is different ;)
4 comentarios:
Que buenos recuerdos que te trae tu blog... y qué envidia sana!!!
Un saludo muy fuerte,
Muy grande esta anecdota, Tuso. La vedad es que viajando te pasa cada cosa: a mi desde perder temporalmente el pasaporte en china, meterme en una discoteca en Republica dominicana y encontrarme que era un reality show, acudir a una fiesta ibicenca en Dubai, etc. Ya nos contaremos anecdotas cuando nos veamos. Vas este verano por Donosti?
puede un extranjero casarse con una iraní? e incluso vivir ahí?
Hola Anónimo...
La respuesta es definitivamente sí; de hecho, varios amigos y conocidos se han casado con iraníes. Ahora bien, existen algunos requisitos. Para empezar, creo que es preciso que os caséis en Irán primero. Para ello creo que un imán te "convierte" al islam y es probable que en suelo Iraní tengas que aceptar su legislación en todo lo relativo a sus juicios, etc. Si como es más habitual, te casas y vives fuera, una vez casado no tendrás problema más allá del papeleo y podrás ir y venir sin problema.
Publicar un comentario